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18 de abril de 2024 | Dolar:$17.06

La historia de unas monjas y una doctora atea

Este fin de semana tuve oportunidad de ver la película Cordero de Dios –también traducida como Agnus Dei o Las Inocentes – (Les Innocentes, Francia, 2016, dirección: Anne Fontaine). Este largo metraje relata un episodio oscuro y denso, basado en historias reales, sobre un convento de la Polonia ocupada por los rusos, después de la Segunda Guerra Mundial. Varias monjas están embarazadas debido a las violaciones tumultuarias que sufrieron por parte de soldados del Ejercito Rojo.

Mientras las monjas benedictinas están en sus cantos, una de ellas escucha los gritos de dolor de una novicia. A escondidas sale a buscar un médico que no sea ruso ni polaco, encuentra a Mathilde Beaulieu, una doctora francesa atea quien después de insistentes ruegos accede a ir y revisar a la enferma. Ahí se dará cuenta del daño y de la pena que aflige a esta abadía, situación que se guarda con sigilo, dada la complejidad, y en el más absoluto secreto.

Mathilde comienza a ir al convento para revisar periódicamente a las religiosas. En una ocasión, al regresar ya de noche al campamento de la Cruz Roja Internacional, es detenida en un retén por soldados rusos. La hacen bajar del vehículo y comienzan a revisarla. Un guardia comienza a propasarse y de no ser porque llega el superior de este pelotón hubiera sufrido una inminente violación. Tiene que regresar al convento y ahora son las religiosas quienes le ofrecen apoyo.

Aun cuando no tienen las mismas creencias, la relación entre Mathilde y las monjas comienza a tener una sincera amistad, comprensión y empatía. Sin embargo, tendrá diferencias con la abadesa, quien también fue violentada y tiene heridas, pero se resiste a ser tratada, más por soberbia que por recato. Esta soberbia será la perdición de la superiora. De víctima pasará a ser victimaria, a los recién nacidos los dejará a la intemperie de un bosque nevado, ateniéndose, según ella, a la Providencia. Así, ante la tonta necedad de la priora, el problema no se resolverá por rociarle agua bendita, sino que se agravará.

En esta situación de desamparo, varias monjas se preguntan el porqué Dios no hizo nada ante su desgracia. ¿Porqué no la evitó? ¿No pudo o no quiso? Preguntas que también se hicieron los judíos en los campos de concentración nazi. Y si bien este cuestionamiento es muy difícil de responder, sí podemos ver que la presencia de lo Alto se hace presente en la solidaridad y en quienes ayudan y atienden a las víctimas. Es interesante cómo, desde una lectura creyente, el Espíritu sopla no en la abadesa, sino en la doctora escéptica. Es ella a quien se le ocurre una propuesta viable y, sobre todo, digna y humana, ante el infortunio que vive el claustro y ante la orfandad que ha dejado la guerra.

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Si bien esta película es triste por el tema que trata, también ofrece un escenario de redención que ayuda a madurar y purificar la fe. No es dando la espalda como se resuelven los problemas. Ante el panorama sombrío que vive cada religiosa en su interior, y ante las heladas atmósferas de desolación del claustro, que recuerdan al viernes santo, Dios generará luz y calidez a través de la compasión, la misericordia y la ternura de gente que encarna al buen samaritano. Es aquí, ante el dolor, cuando el amor hay que ponerlo más en las obras que en las palabras. Aquí hay una invitación a que seamos bendición para quien ha sufrido lo indecible, buena noticia para quien ha perdido la esperanza y sanemos limpiando las heridas a quien ha sido vejado. Es curioso, pero como en aquella parábola de Jesús, en esta película la persona que practica lo que debe ser la consecuencia de vivir la fe, es quien, paradójicamente, se presenta como no practicante.

@elmayo

Recomiendo esta película, aquí dejo el tráiler de Cordero de Dios: