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¿Falta de disciplina? | Huberto Meléndez Martínez

¿Falta de disciplina? – Sucedió en una clase de matemáticas, en un plantel donde los estudiantes llegan el domingo por la tarde o el lunes por la mañana, y salen a sus hogares los viernes después del mediodía, Aquella ocasión aconteció un hecho que fue motivo de meditación ex profeso, de dos colegas.

Era un día ordinario, de esos en los que se advierte pesadumbre porque el periodo vacacional que se avecina, se antoja demasiado extenso. Circunstancialmente, por el acomodo de los horarios de las actividades complementarias, ese día de la semana, la clase quedó en la hora más próxima a la cena y después de una jornada escolar intensa.

Estudiantes y maestro, fieles a su responsabilidad cumplían con la clase. El profesor planteó una situación problemática, con un requerimiento especial en la concentración mental de sus alumnos. Ellos intentaron resolver de manera individual, ideando caminos variados, donde muy pocos habían hecho un esbozo de solución. Cuando el docente consideró prudente, recomendó formar equipos para encontrar ayuda o intercambiar ideas. Los muchachos movieron las butacas para aproximarse y discutir sobre sus deducciones.

El bullicio provocado por el intercambio de opiniones de los alumnos fue aumentando los decibeles hasta llegar a oídos de los demás trabajadores. Al persistir el ruido, algunos se aproximaron a las ventanas del aula, inquietos por lo inusual del ambiente escolar y, cuando se percataron de la presencia del mentor, dentro del salón de clases el cual estaba al frente del grupo y exponía las aportaciones de uno de los equipos, decidieron retirarse y omitieron su intervención.

Observaron una escena fuera de lo común. Ricardo, uno de los estudiantes, estaba acostado en el piso entre dos filas de butacas, de lado, apoyado sobre el codo, cruzado el pie derecho sobre el otro, su cabeza tocaba la pared de atrás a manera de almohada, viendo con atención al maestro.

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Al final de la sesión de cierre académico del día, uno de los colegas le preguntó sobre la razón por la que aquel alumno estuvo sobre el piso, en actitud displicente.

El profesor dijo haber notado el caso de inmediato y pensó en “llamarlo al orden”, pero al ver la actitud del muchacho, declinó en el intento.

Entre apesadumbrado y cuestionado dijo: Pretendí llamarle la atención, pero cuando me di cuenta de que era el alumno más atento y concentrado en el objeto de la clase, desistí de la acción. Pensé que lo más importante era el gran interés mostrado en el tema. No pude amonestarle, me faltó solvencia pedagógica para ello.

Ha evolucionado la noción de la disciplina escolar. En las sociedades desarrolladas, donde se entiende que los alumnos tienen diversas formas de aprender, se concibe como la creación de contextos o entornos apropiados para la existencia de situaciones favorables a los aprendizajes, a la convivencia social, al desarrollo del potencial individual, acorde a las necesidades de mejoramiento de la misma comunidad.