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La alternativa de la fórmula 20-20

Donald Trump ha propuesto una reforma tributaria que facilitaría a los norteamericanos el cumplimiento de sus obligaciones fiscales y bajaría a 15% los impuestos a las empresas.

Los especialistas afirman que lo más probable es que dicha propuesta fracase, por la sencilla razón de que Estados Unidos tiene un déficit en sus finanzas públicas de 554,000 millones de dólares, equivalente al 76% del PIB y la reforma tributaria de Trump ampliaría ese déficit.

México está precisamente al otro lado de EU. Este año, las finanzas públicas mexicanas tendrán un pequeño superávit primario; es decir, sin considerar al pago de los intereses de la deuda. Y si le sumamos a la ecuación de las finanzas públicas las inversiones de Pemex, el déficit alcanza 4% el PIB.

Sin embargo, la realidad es que México no tiene el prestigio como deudor que tiene Estados Unidos y los mercados no financiarían un déficit mexicano arriba de esa cifra, sin subirle al país las tasas de interés.

Es decir, en esencia, las finanzas públicas mexicanas son más frágiles que las de Estados Unidos.

Y eso significa que México necesita fortalecer sus finanzas públicas y dejar de recurrir al endeudamiento como fuente importante de sus ingresos.

En cristiano, hay que fortalecer los ingresos y hacer una revisión profunda del gasto público, lo que obliga a realizar una profunda reforma fiscal.

Reforma fiscal significa, por un lado, revisar el gasto del gobierno y por el otro, aumentar los ingresos tributarios, que deben ser la mayor fuente de recursos para las finanzas públicas.

El gasto público en México es insuficiente y tiene un enorme desperdicio; es decir, gasto público que se tira a la basura en programas que no tienen mayor impacto en el desarrollo del país y además, hay un enorme saqueo.

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Una parte, por la burocracia de todos los niveles, los “Duarte” grandes y pequeños que encuentran la forma de meterse dinero público a los bolsillos y otra parte, nada despreciable, que cae en las manos de organizaciones de campesinos, indígenas, maestros empresarios y de rufianes que bajo de amparo de programas sociales han encontrado la forma de vivir del dinero público.

Por el lado de los ingresos, muchas veces hemos dicho en este mismo espacio que la recaudación tributaria del país es ridículamente baja, apenas 13% del PIB y que se necesita una reforma tributaria.

Aumentar las tasas impositivas no es la salida, ya que mantendríamos la misma situación actual. Los impuestos se recargan sobre una minoría de causantes cautivos mientras una inmensa mayoría no paga impuestos.

La alternativa de la fórmula 20-20

No hay más salida que un IVA generalizado con una tasa mayor a las del 16% actual que permita cobrar impuestos a quienes ahora o pagan y un Impuesto Sobre la Renta con una menor tasa que el 34% actual.

Una combinación de un IVA de 20% con un ISR de 20% daría a las finanzas públicas un mucho mayor ingreso que el actual y pondría a México como un país muy atractivo para promover las inversiones internas y externas.

El próximo gobierno debe tener en su agenda la realización de una reforma fiscal que fortalezca las finanzas públicas del país. El camino de la deuda ya está agotado.

Hasta el próximo martes y no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.