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Hoy es fiesta de San León Magno, Doctor de la Iglesia y protector de los indefensos

San León Magno, Doctor de la Iglesia. | Imagen: ACI Prensa.
San León fue el Papa más importante de su siglo. Tuvo que luchar contra los que querían invadir Roma y los que trataban de engañar a los católicos. Un texto de ACI Prensa.

“El que ama a Dios se contenta con agradarlo, porque el mayor premio que podemos desear es el mismo amor. El amor, en efecto, viene de Dios, de tal manera que Dios mismo es el amor”, escribió San León Magno, Doctor de la Iglesia. La fiesta de este santo se celebra el 10 de noviembre de cada año.

En sus palabras, San León alude a que, en la vida cristiana, Dios nos invita a arrebatar el premio más grande, que es Dios mismo.

San León Magno nació en Toscana (hoy Italia), alrededor del año 390. Llegó a ser secretario de los Papas San Celestino y Sixto III. En el año 440, este último lo envió como representante en una misión diplomática en la Galia.

El objetivo era evitar el enfrentamiento entre dos autoridades imperiales: el jefe militar y el tribuno consular de aquella región. Durante el cumplimiento de dicho encargo, León recibió la noticia de que lo habían elegido como Sumo Pontífice.

San León, un Papa excepcional

Como sucesor de Pedro, San León destacó por ser un gran pastor, atento a las necesidades de su grey, fervoroso predicador en las fiestas litúrgicas y prolífico escritor de cartas a los cristianos de las periferias de Occidente.

De él se conservan numerosos sermones escritos y algunas cartas consideradas como auténticos tesoros doctrinales. La tradición lo señala como un pontífice lúcido y muy sabio. De hecho, su fama era reconocida incluso por el poder secular.

En un episodio memorable, ocurrido durante el Concilio de Calcedonia (451), los 600 Obispos congregados en asamblea se pusieron de pie, en señal de reconocimiento, luego de haber escuchado la carta que San León les había dirigido.

En ella, el Papa hacía referencia a la plena divinidad de Cristo y a su plena humanidad. Contra las creencias de aquel momento, León afirmaba la total relación de Cristo con el Padre por su divinidad. También abordaba su total relación con nosotros por su humanidad.

Según este argumento, Cristo no podía ser considerado menos que el Padre. La aclamación fue tal que muchos empezaron a decir que San Pedro había hablado por boca de León.

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Defender al pueblo con la vida

Por otro lado, por aquellos años, la estructura del Imperio Romano de Occidente estaba cada vez más deteriorada y había gran inestabilidad.

Por ello, el Papa León tuvo que cumplir un papel decisivo en el ordenamiento de la vida civil y política. Cuando los hunos, liderados por Atila, habían ocupado el norte de la península itálica, se temía la invasión y destrucción de Roma.

Entonces, el Papa León salió al encuentro del líder de los hunos y lo disuadió de ingresar a la Ciudad. Así, el temido bárbaro tomó rumbo hacia Hungría.

Probablemente, San León lo convenció de que una campaña contra Roma no podría afrontarse con huestes golpeadas por carencias y enfermedades.

Tiempo después, San León se vio obligado a negociar con otro feroz bárbaro, Genserico, jefe de los vándalos. Aunque no pudo evitar el saqueo de la capital del Imperio, logró que la Ciudad Eterna no fuese incendiada, ni sus habitantes masacrados.

Sus frutos para la Iglesia

Durante sus 21 años de pontificado (440-461), el Santo trabajó incesantemente por la unidad e integridad de la Iglesia.

También luchó contra herejías como el “nestorianismo” (que afirma que en Jesús había dos personas separadas, una divina y otra humana), el “monofisismo” (que cree que en Cristo sólo hay naturaleza divina), el “maniqueísmo” (que dice que el espíritu del hombre es de Dios y el cuerpo del demonio) y el “pelagianismo” (que sostiene que el pecado original no es tal y, por lo tanto, la redención se obtiene por mérito individual, sin necesidad de la gracia, haciendo inútil la redención de Cristo).

San León murió el 10 de noviembre de 461, ya con el apelativo de “Magno” (“El Grande”) en honor a su sabiduría y a su grandeza espiritual. Fue canonizado siglos después, en 1574.

Las mismas divinas palabras de Cristo nos atestiguan cómo es la doctrina de Cristo, de modo que los que anhelan llegar a la bienaventuranza eterna puedan identificar los peldaños de esa dichosa subida”, decía.

Texto: ACI Prensa

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