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¿La revancha de Elba Esther?

Si existe un nombre propio en México que inmediatamente es asociado con nuestro sistémico mal de la corrupción y el abuso de poder, ese es el de Elba Esther Gordillo.

De humilde origen chiapaneco, desde muy joven trabajó como maestra en Netzahualcóyotl, Estado de México, donde inició su carrera sindical en 1970 de la mano de su mentor Carlos Jongitud Barrios, prototipo del cacicazgo gremial que caracterizaba el control político clientelar que hizo posible la permanencia del PRI en el poder por más de 70 años.

Maestra de la grilla sindical, tardó un poco menos de dos décadas en llegar al liderazgo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE, la mayor organización laboral de América Latina con casi 2 millones de profesores afiliados.

Durante su ascenso en la vida sindical vinculada al oficialista PRI, Gordillo fue diputada federal e incluso llegó a presidir la Cámara Baja, además de ocupar diversos cargos en el comité ejecutivo nacional priísta.

Era tal su poder que se dio el lujo de acercarse con el primer gobierno de alternancia en México, el de Vicente Fox Quesada, dado que contaba con gran influencia sobre gobernadores que ya no tenían en Los Pinos a su jefe, pero sí incondicionalidad por la lideresa de millones de docentes.

El enfrentamiento de Elba Esther con Roberto Madrazo Pintado, quien en 2005 se apoderó de la dirigencia del PRI y de la candidatura presidencial que perdió en el 2006 frente a Felipe Calderón, propició su rompimiento formal con el tricolor y la construcción de su propio partido, Nueva Alianza, que sería posteriormente fundamental en el apoyo político del magisterio a cualquiera de los otros contendientes en la arena nacional.

El pleno poderío político de Elba Esther durante los dos gobiernos panistas declinó con el regreso del PRI a Los Pinos, en 2012. Su oposición a la reforma educativa impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto y su soberbia de querer seguir negociando desde la privilegiada posición que tuvo con los mandatarios panistas, la hicieron caer.

Considerada por muchos como la mujer más poderosa de México durante todos esos años, la maestra nunca ocultó la riqueza acumulada por manejar discrecionalmente las cuotas sindicales de los miembros del SNTE –más de 100 millones de pesos al año- además de otras prerrogativas sindicales y partidistas. Lo mismo se sabía de su gusto por la ropa y accesorios caros, que de su departamento en Polanco o su casa de descanso en San Diego.

Fue el 26 de febrero de 2013 cuando Gordillo fue detenida en el aeropuerto de Toluca y desde entonces está presa por defraudación fiscal, operaciones con recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada.

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Hoy, mientras sus abogados tratan de hacer valer su derecho de seguir su proceso en prisión domiciliaria por ser mayor de 70 años y por su precario estado de salud, la maestra Gordillo parece haber regresado a la política –si es que alguna vez se fue- y operar su venganza desde su reclusión.

¿A qué me refiero?

No es casual que en plena campaña electoral de quienes compiten por el gobierno del Estado de México –el más poblado del país y que nunca ha tenido gobiernos no priístas- personajes allegados a la maestra estén movilizando a su clientela natural, los maestros, llamándolos a votar por la abanderada de MORENA, la también maestra Delfina Gómez.

Y es que este fin de semana supimos que la “delfina” de Andrés Manuel López Obrador aceptó el apoyo del exlíder del SNTE, Rafael Ochoa, incondicional de Elba Esther, y del yerno de esta última, Fernando González.

Parecen claras varias cosas:

Primero: la maestra Elba Esther va por su venganza

Segundo: ante el hecho de que el partido Nueva Alianza ya no está bajo control de la maestra y que en este 2017 va en alianza con el PRI en el Estado de México, habrá una operación paralela para movilizar votos del magisterio mexiquense a favor de la candidata del Peje.

Tercero: López Obrador cambió de opinión ya no ve mal o indeseable su alianza con la maestra, a la que despreció en el 2006 cuando la poderosa lideresa se le acercó en momentos en que el tabasqueño estaba seguro de ganar la Presidencia de la República. Seguramente lo que no olvida es que los votos magisteriales pudieron ser la diferencia entre ganar y perder aquella elección.

En fin, veamos en qué acaba esta historia de complicidades, traiciones y gran soberbia que ya hizo perder más de una vez a dos de sus protagonistas: Elba Esther Gordillo y Andrés Manuel López Obrador.