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Ricardo Pablo Pedro, de la sierra oaxaqueña a una de las mejores universidades de EU

Ricardo Pablo Pedro, de la sierra oaxaqueña a una de las mejores universidades de EU

Haber nacido en una pequeña localidad de Oaxaca, en una familia de bajos recursos, no significó un impedimento para que Ricardo Pablo Pedro estudiara un doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), la universidad privada de excelencia localizada en Estados Unidos.

Pablo Pedro cursó la licenciatura en química en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Después emigró a Boston para continuar con su preparación gracias a una beca del Conacyt. Al concluir su primer año, las autoridades académicas del MIT reconocieron su sobresaliente desempeño con un paquete permanente de apoyos económicos y estímulos.

Guiado por un sólido compromiso ético, renunció entonces a la beca que Conacyt le había otorgado. “Esas becas se pueden usar para otro mexicano, es parte de ser congruente y ayudar a tu país”, afirmó.

“No siempre regresar es ayudar a tu país”

El joven mexicano tiene bien claro que para ayudar a su país no es imperativo regresar.

“Los que regresan a veces no están involucrados en realidad en ayudar a su país, simplemente montan su empresa y no hay divulgación. Por eso, otra parte que quiero hacer es dedicarme a la divulgación de las ciencias en comunidades rurales”, dijo.

“La ciencia toma muchos años, tiene su arte de entenderlo y tiene todo un proceso. Aunque para algunas personas solo es un salario, la importancia de hacer ciencia es la gran contribución que vas a hacer a la sociedad”, afirmó el oaxaqueño.

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Cultura del esfuerzo

El joven se dijo afortunado porque un conjunto de oportunidades y apoyos le han permitido alcanzar sus metas de desarrollo profesional. Y recuerda que desde los primeros años de su educación básica, siempre aprovechó sus ratos libres para trabajar, como vendedor ambulante de frutas y verduras o envolviendo regalos, para ayudar en la precaria economía de su familia.

Desde sus primeros años de educación, comprobó los beneficios inmediatos y tangibles de la excelencia académica. Entendió claramente que solo con educación y un gran esfuerzo personal él y su familia podrían aspirar a elevar su calidad de vida.

“Cuando llegué a la prepa me iba bien en la escuela. Pero no lo hacía por presumir, lo hacía porque a pesar de que iba en escuela de gobierno siempre hay una pequeña cuota y si sacabas 10 en el semestre, como premio no pagabas. Yo no podía pagar, yo no tenía recursos para pagar eso, así que le echaba ganas”, dijo.

“Mi mamá me decía que la educación es algo que me podía sacar adelante, y entendí que hay una recompensa por echarle ganas”, comentó el menor de seis hermanos, quien recalcó que la familia es una figura muy importante en su vida.

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