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Calma, calma, sí saben lo que hacen

Todavía no iniciaba el primer round en las renegociaciones del TLC y sólo bastó el discurso inicial del representante de Estados Unidos para que se escucharan las voces que auguran el fracaso de la negociación, la derrota de México, el triunfo del trumpismo.

Es un espíritu que recuerda mucho el que existía hace 20 años, cuando muchos pronosticaron que el acuerdo era imposible y que la soberanía nacional sería mancillada por Estados Unidos.

No se han escuchado las múltiples expresiones de Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, quien insiste en todos los foros que la negociación no será un lecho de rosas, que habrá momentos difíciles, que es un camino complicado.

Es decir, el comandante en jefe de la negociación ha sido muy realista respecto a lo que significan y cómo serán las negociaciones, pero en ningún momento ha señalado que es imposible llegar a un acuerdo.

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El equipo negociador mexicano en realidad es un Dream Team en materia de negociaciones comerciales; muchos de ellos son profesionales en el tema, que ya concluyeron, exitosos, la negociación del TLC hace 20 años, que han negociado otros muchos tratados y que saben lo que hacen y en qué cosas México no puede ceder.

Sobre la mesa hay cuatro aspectos básicos en lo que no hay que dar marcha atrás:

1.- El famoso capítulo 19, en el que se establece que las empresas pueden recurrir a paneles internacionales de controversia para dirimir aquellos aspectos que afecten sus operaciones comerciales.

Estados Unidos quiere que esas disputas se diriman en tribunales gringos y ese punto no se puede aceptar.

2.- Huele en el aire la intención de meterse con aspectos laborales y de salario, con el  objeto de que la mano de obra mexicana sea menos competitiva.

Los salarios en Estados Unidos y Canadá son más elevados por un tema de productividad y, además, los “trabajadores TLC” mexicanos no ganan el salario mínimo, sino que tienen percepciones muy por encima.

No puede permitirse que Canadá y Estados Unidos se metan en asuntos laborales y sindicales que signifiquen un aumento artificial de los salarios.

3.- El tipo de cambio flexible ha sido, desde 1995, el principal resorte de ajuste de la economía mexicana.

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Todos los choques externos y las inquietudes internas se reflejan en el tipo de cambio y Estados Unidos quisiera que ese mecanismo se elimine para evitar que cada vez que hay un problema el peso se devalúe y la economía mexicana se vuelva más competitiva y se solucione el problema.

Ceder la soberanía cambiaria y monetaria es simplemente inadmisible.

4.- México tampoco puede admitir que en el TLC se introduzcan mecanismos de comercio administrado, lo cual significaría imponer cuotas relacionadas con los saldos de la balanza comercial.

Estados Unidos no quiere el déficit comercial, pero es un tema que ese país debe resolver con un mayor comercio y no a través de medidas artificiales que signifiquen administrar el comercio.

Ellos quieren un “comercio justo” y lo que debe existir y normar el TLC es un “comercio libre”.

Es seguro que el equipo negociador mexicano tiene claros los puntos en los que no se puede ceder porque significaría acabar con el TLC y así están negociando y así negociarán.