No es la Luna la que hoy ensombrece al mundo. El eclipse que bloquea la luz de la buenaventura es el de la intolerancia, el fanatismo y la barbarie.
El mundo se oscurece porque a las ideas se imponen los dogmas, y lo salvaje se quiere anteponer a la civilización, dejando al descubierto la peor versión del ser humano.
Sombría es esta época de infames atentados, de odio y segregación racial, de falsas supremacías que pretenden justificar lo indefendible, de reclutamiento de supuestos salvadores que al final son execrables criminales que convierten a su dios en asesino.
La raza humana eclipsada por sus propias dudas y miedos, por enfrentarse a los nuevos paradigmas del crecimiento económico, de las expectativas sociales, de la migración y de la convivencia.
La luz civilizada tapada con la sombra de ISIS, pero también del Ku Klux Klan. El resurgimiento de lo que creímos superado pero hoy vemos que ahí estuvo siempre, latente, esperando el momento de volver al ataque.
París y el Bataclán, Barcelona y sus Ramblas, Charlottesville y los verdaderos “bad hombres”, la evolución de la letalidad de artefactos que explotan a vehículos automotores convertidos hoy en proyectiles que masacran multitudes.
Europa víctima del terrorismo islámico perpetrado por inmigrantes orientales, y América que quiere ser secuestrada por también inmigrantes que ahora reclaman supremacía anglosajona sobre minorías que dejaron de serlo ya.
Oscuro eclipse de los mejores valores humanos de la igualdad, la justicia y la libertad.
Sombra de quien se cree superior a sus semejantes, o de aquel que graba impávida y morbosamente con su teléfono celular el sufrimiento humano, en vez de prestar ayuda o dar consuelo a los caídos en las calles de la ignominia.
Tenebroso panorama porque hay quien justifica la violencia con creencias justicieras que supuestamente nos llevan a un mundo mejor pero que lo están aniquilando
El sol oculto tras la figura de autócratas que juegan a la guerra nuclear o comercial. La sombra del expansionismo, o del aislacionismo, que lo mismo cubre con su manto el mar de Korea, la Plaza Roja o la Casa Blanca.
Dicen que el astro rey sale para todos, pero hoy se le oculta a un mundo herido a golpes de irracionalidad y estupidez.
Un solo auto contra 35 nacionalidades que reclaman la reacción –ésta civilizada- del mundo libre que quiere vivir sin miedos, en paz.
Tiempos de oscuridad medieval que reclaman un nuevo Renacimiento de la Humanidad.
Menuda tarea de las nuevas generaciones…pero también de las que vamos de salida.
Que cuando este lunes la sombra de la luna ceda ante la brillantez del sol renazca con ello la esperanza de recuperar el mundo, nuestro mundo, el único que tenemos.
