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El poder de la escuela | Huberto Meléndez Martínez

A Christopher Zavala R. cuyo porvenir es prometedor, dada su dedicación escolar.

La lluvia era tenue y permanente, acompañada de un viento intruso que intentaba colarse por las rendijas de las puertas en las viviendas, hacía vibrar los vidrios en el bastidor de los ventanales.

Ante el impedimento de las construcciones, se decidía por las ramas de los árboles, las agitaba, movía las copas haciendo parecer el aumento de la llovizna donde antes hubo sombra. El cuadro del temporal era complementado con bajas temperaturas. Las personas tuvieron que sacar del armario ropa abrigadora por la anticipación del invierno.

Al calor del hogar un muchacho veía una escena desarrollándose en el patio de su casa. Arropado y pensativo observaba a una cuadrilla de albañiles realizando su trabajo a pesar de las inclemencias del tiempo. La actividad competía con la función de sus sencilla indumentaria para entrar en calor, pretendiendo eludir al frío, que parecía cortar rostros y manos descubiertas.

Presurosos cribaban arena, paleaban grava para mezclarla con cemento, cortaban varilla, el alambrón y alambre, armando las estructuras necesarias para la construcción. Se cubrían con improvisados impermeables (piezas de plástico rústico), embozados con un paliacate para soportar la aspiración del aire helado, los ojos entrecerrados para aguantar las oleadas de agua y la neblina espesa.

Como el joven había manifestado cierta indisposición para asistir a la escuela, la madre supo aprovechar la escena y se acercó al hijo para compartir el cuadro. “Fíjate bien”, le dijo con paciencia.

“Si dejas de ir a estudiar, vas a tener una ocupación parecida. Sólo podrías encontrar trabajo en un oficio manual y poco remunerado”.

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En efecto, adquirir formación escolarizada puede cambiar totalmente las condiciones de vida de una persona; tener la oportunidad de explorar horizontes reservados para quien amplía su visión de conocimiento; poder asumir desafíos y retos por su grado de desarrollo intelectual; acceder a una posición donde se reciben más opciones laborales; acceder a posibilidades para emprender alguna actividad con mayores probabilidades de éxito; ejercer una participación ciudadana a mayor plenitud; incidir en aumentar el promedio del nivel cultural de su comunidad, participar en alguna acción relevante en beneficio de sus congéneres; disponer de mayores recursos culturales en la formación de una familia o en la consolidación de la suya; obtener beneficios insospechados; encontrar alguna área de conocimiento de su mayor gusto para desarrollar su talento; modificar su visión del mundo y de la vida que tiene; ubicarse en situación de ser una mejor persona;
¿Es censurable ser obrero de la construcción?

Por supuesto que es una ocupación tan digna como cualquier otro oficio en el devenir de la vida, pero ellos mismos anhelan haber tenido otras oportunidades laborales y saben, dada su experiencia personal, que estudiar una carrera y ejercerla con eficiencia puede proporcionar mejores oportunidades de sobrevivencia.

El joven quedó reflexionando profundamente, quizá su mamá tenía razón. Pasaron los años y por fortuna hoy es un profesionista consolidado y dedicado a la formación educativa.

*Director de Educación Básica Federalizada en Zacatecas