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Francia reitera ola antisistémica global

A pesar de que los resultados electorales de este domingo en Francia reiteran el ánimo antisistémico en todo el mundo, parece que la nación gala encontró un punto medio que tal vez evitaría el tránsito hacia extremos indeseables como el de la ultraderecha europea.

Y es que la primera vuelta de la elección presidencial francesa fue ganada por Emanuelle Macron, un candidato sin partido, joven -39 años de edad- y quien nunca había participado en un proceso comicial.  Ahora lo hizo –y ganó- con un discurso antisistema, aunque paradójicamente haya colaborado con el actual mandatario François Hollande.

El camino, pues, sigue siendo el deslinde de partidos y opciones políticas tradicionales, que en el caso francés detuvo el frenético avance de la candidata del Frente Nacional y representante de la extrema derecha, Marine Le Pen.

Hasta hace no mucho, nada parecía detener el paso de la llamada “Trump francesa” al Palacio del Eliseo, pero surgió el banquero Macron con alternativas que suponen la sobrevivencia de la Unión Europea y la no aplicación de medidas populistas y de cerrazón de fronteras de Francia, uno de los pilares del sueño europeo, junto con Alemania.

Las alertas se habían encendido y sobrecalentado tras el triunfo del Brexit, en el Reino Unido, y del millonario Donald Trump en los Estados Unidos, lo que le da al proceso francés una relevancia histórica.

Este domingo, tras una jornada con una alta participación que rondó el 80 por ciento del electorado francés, la competencia fue cerrada, y aunque quienes se disputarán la presidencia en una segunda vuelta serán los mismos Macron y Le Pen, los candidatos más tradicionales que representaron a los partidos socialista y conservador, Jeanluc Melenchon y François Fillon, respectivamente, quedaron empatados con apenas 3 o 4 puntos atrás de los punteros.

Todo ello habla de la gran división en el electorado francés, que ahora se polarizará en una segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 7 de mayo, y que constituirá virtualmente un referéndum sobre dos caminos muy claramente diversos de la república gala: la apuesta al europeísmo o el cambio radical hacia el nacionalismo aislacionista.

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Y es que la misma noche del domingo, conocidos ya las tendencias de la elección, los propios candidatos Melenchon y Fillon llamaron a sus partidarios a votar por el joven Macron y evitar así el ascenso de Le Pen, la opción extremista y hasta xenófoba de los franceses.

Es importante subrayar que el lamentable atentado terrorista perpetrado en plenos Campos Elíseos de París un par de días antes de la jornada electoral, no le dio un impulso definitivo a Marinne Le Pen por lo menos en la primera vuelta, en una Francia inmersa en una permanente alerta de seguridad desde los graves ataques sufridos en los últimos meses, en medio de un discurso de odio antimigratorio que no parece ser propio de un país multirracial y multicultural.

En todo caso, lo sabremos el próximo 7 de mayo, con una elección determinante e histórica entre la ultraderechista que buscaría terminar de modificar el mapa geopolítico de Europa volteando más hacia Rusia y su líder Vladimir Putin, o el muy joven financiero que seguiría mirando más hacia Berlín y que tendría que construir un entramado de apoyo político en la Asamblea General para poder gobernar Francia, porque no compite con el respaldo oficial de partido alguno en la sólida democracia francesa.

Inédito escenario en la 5ª República Francesa.

Y mientras tanto, el bobo de Donald Trump tuiteó el domingo una verdadera perogrullada no digna del ocupante de la Casa Blanca: “Una muy interesante elección está teniendo lugar en Francia”.

¿A poco?