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Una semana. Agárrense

A una semana de llevarse a cabo la elección de gobernadores en el Estado de México, Coahuila y Nayarit, además de comicios municipales en Veracruz, arrecia la guerra de lodo entre candidatos y partidos, lo que hace suponer que la batalla no concluirá el próximo domingo 4 de junio sino que se dirimirá en los tribunales.

Con una notoria escasez de encuestas disponibles, que parece deberse a las malas experiencias de las casas demoscópicas en los comicios de 2012 y 2016 donde fue notable la diferencia entre las proyecciones y los resultados finales, entramos en la recta final de campañas intensas e históricamente sucias, que son ya el preludio de lo que se viene para los siguientes 12 meses.

Si bien los 4 procesos parecen no tener nada qué ver –por ubicación geográfica y coyuntura política- están entrelazados, porque son arenas políticas donde ya se disputa la madre de todas las elecciones: la presidencial de 2018.

De esta forma, vemos por todos lados el obvio esfuerzo del PRI por mantener posiciones que actualmente ocupa –no importa si se violentan las más elementales reglas de operación política en campañas-; del PAN por mantener su racha triunfal en elecciones locales a partir de lo que ocurrió en 2016; del PRD por resucitar como fuerza competitiva, y de Morena por consolidar a su líder como puntero para los comicios del año que viene.

Nadie está exento del lodazal: las fuerzas opositoras al PRI lo acusan de destinar todo el aparato gubernamental para apoyar a sus candidatos, especialmente el del Estado de México; leemos un día sí y otro también señalamientos de cuentas y riquezas de candidatos como el del PAN en Coahuila; nos recuerdan las presuntas tropelías de la candidata de Morena en la entidad mexiquense cuando fue presidenta municipal de Texcoco y, un buen candidato priísta en Nayarit parece arrastrado por el descrédito del actual gobernador.

Pero llama la atención que el origen de la guerra más cruenta en estos días proceda de Veracruz, donde no se elige gobernador pero sí alcaldías y otros cargos locales.

¿Por qué?

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Nada más –y nada menos- por el pleito devastador entre el actual gobernador veracruzano Miguel Angel Yunes, y el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, viejos enemigos que protagonizan hoy una batalla de antología, que ha alcanzado su perversa plenitud a partir de los videos en los que apareció la candidata de AMLO a la presidencia municipal de Las Choapas, Eva Cadena, recibiendo cientos de miles de pesos destinados a la campaña presidencial del tabasqueño.

Pues bien, recordemos que el “impoluto” grupo del Peje inmediatamente desconoció a quien había arropado días antes, enviándola al matadero de su destitución como candidata y del desafuero –es diputada local- para poder proceder judicialmente contra ella.

Luego de que Cadena acudiera ante la Comisión Instructura de la Cámara de Diputados federal para ser notificada de su juicio de procedencia, se filtró un nuevo video en la que ella acusa a Rocío Nahle, coordinadora de los diputados federales de Morena, de ser la artífice en la recaudación de fondos de recursos en efectivo destinados a López Obrador y a su tercer intento por conquistar la Presidencia de la República.

Nahle, también veracruzana, reviró de inmediato y aseguró saber quién le entregó el dinero a Cadena en el primer material videograbado: nada más y nada menos que la hermana del Fiscal de Veracruz e incondicional del gobernador Yunes, Jorge Winckler.

Vaya lío jarocho, que si bien tiene que ver con la lucha electoral en ciernes, es un elemento más que indica lo que aquí hemos señalado reiteradamente: la lucha de 2018 ya inició y estamos sólo ante el inicio de lo que será la campaña por la presidencia más compleja y sucia de la historia de nuestro país.

Mientras tanto, los resultados del 4 de junio, sobre todo –insisto- en el Estado de México, no definirán directamente al ganador de la elección constitucional de 2018, pero sí perfilarán el tablero de jugadores y aspirantes que iniciarán este mismo año el proceso formal que culminará con el relevo de Enrique Peña Nieto, el próximo año.

Mientras tanto, agárrense, porque esto apenas comienza.